domingo, 16 de febrero de 2014

Te llamaré María

No recuerdo tu nombre pero hoy me has venido a la cabeza mientras leía un artículo de Sabina, la verdad es una deuda que tengo pendiente contigo.
Era la segunda o tercera noche en La Habana, aún estaba sobrepasado por todo lo que me rodeaba, allí estabas, sentada, dándole vueltas a un vaso vacío, mirando sin mirar, buscando algo que no querías encontrar.
Cuando nos sentamos a tu lado no puedo imaginar lo que pasaría por tu cabeza, o tal vez sí. Era difícil imaginar todo lo que había detrás de esa cara dulce, de esa timidez casi infantil. Se notaba que querías, o más bien, debías iniciar una conversación, por mucho que te costase estabas allí no por diversión, sino, por necesidad. Eras muy joven, tu decías que tenías 18, no tenías otra opción, costaba sacarte las palabras, desde luego no esperabas tener que contar tu vida, el día a día de quien solo tiene una cosa, necesidad.
Fueron pasando las horas, y a medida que la idea de tener que acostarte esa noche desaparecía, tu rostro se relajaba, la pose que tanto habías ensayado dejaba paso a la dulzura y la inocencia de quien resultó no tener más de 16 años y un bebé en casa de sólo unos meses que necesitaba comer, esa era toda tu motivación, eso era lo que buscabas sin mirar y lo que necesitabas encontrar. Al salir de la tienda con la bolsa de leche y ese paquete de galletas camino de tu casa pasamos por delante de una cabina de telefónos, insististe en que tenías que hacer una llamada. La conversación fue breve, y el tono de tu voz delataba tu edad y el cambio de ánimo que acababas de experimentar, " Mamá un español y su novia me han comprado una bolsa de leche y galletas para la bebé, ya voy para casa" luego ante tu insistencia tuve que ponerme al telefóno, sólo recuerdo oir a tu madre decir mil gracias y las bendiciones que repetía.
No se qué habrá sido de ti, no se como habrás conseguido él resto de leche para el bebé, sólo espero que lo hayas conseguido.