Me recibió llorando

Me recibió llorando, cuando esperaba la luz de su sonrisa, aparecía gris apagada resignada a un ciclo. Alguien dijo que siempre era así en esa época, pero algo latía se notaba calor y algo que no sabría definir. Los que no la conocen escupen su miseria a los cuatro vientos y los que la conocen, pocos, se guardan para si su imagen, como quien descubre un secreto. Nadie podrá permanecer indiferente, muchos se quedarán con sus aventuras de cristal, frágiles y superficiales, otros se creerán el bucanero que se lleva los mejores tesoros de la isla, que harán que surja la carcajada y el compadreo más ruin cuando la distancia los separe.

Ahora depende de ti, cada paso que des, será una pregunta, un ofrecimiento, una oportunidad, una amenaza, acoso o simplemente ansias de vivir. La diferencia entre despertar a la vida o pasar por ella sin verla. Tardarás en acostumbrarte, todo es diferente, el olor te golpeará como a un púgil amateur en su primer asalto, las preguntas son disparada con metralleta y tu primera reacción es esquivarlas; luego comprobarás que son balas de fogueo, el caos de la calle te absorberá, todo sobrepasa tu mente cuadriculada, tratarás de encajar todo en tu esquema de hipotecas, del garaje del coche, de las rebajas de Zara y de porqué llevo un día entero sin que suene mi móvil. Te parecerá imposible la vida así, hasta que la corriente te arrastra y te lleva por donde ella quiere, aquí tu no llevas el timón, no trates de dirigir el rumbo fíate de tu instinto, pasarás por rápidos con aspecto feroz, capaces de deshacer la mejor embarcación, pero una vez en ellos observarás que lo que buscan es que alguien se acerque a verlos de cerca, para ofrecer en su cara menos favorecida el calor mas sincero que llevan dentro. Así lo viví yo y así me enamoré de esta isla, donde nadie es extraño, salvo los que quieran sentirse así. Así recordaré La Habana.

(09-07-04)

Fran Rivas