CURA DE HUMILDAD

Estos tiempos de crisis que ahora vivimos en Europa, suelen despertar lo mejor y lo peor de cada uno, por un lado estamos viviendo un incipiente racismo y un, lo nuestro para nosotros, olvidando que nosotros hemos sido emigrantes no hace mucho y que gracias a la acogida en el extranjero muchas familias salieron adelante. Por otro lado hace que algunos nos volvamos mas humanos y nos demos cuenta de la fragilidad de nuestra vida. A mi esta crisis me ha afectado de lleno, afortunadamente he tenido a mi familia y a mis amigos ahí, para lo que hiciese falta, puedo sentirme afortunado pues tengo familia y amigos y esto para mí sólo ha sido un pequeño resfriado que ya ha pasado.
Pero el otro día viendo un programa de tv, afortunadamente todavía hay uno o dos de calidad, se me puso la piel de gallina y los ojos borrosos, al ver reflejada la cruda realidad.
El programa consiste en infiltrar a un empresario de éxito durante una semana, en la vida de los más necesitados, allí tiene que prescindir de todo lo que tiene y adaptarse a un presupuesto mínimo.Su misión es trabajar como un voluntario social más sin desvelar su identidad, para que pueda apreciar las necesidades de los menos favorecidos. Las reacciones son brutales y eso que él sabe que después de esa semana volverá a la comodidad de su hogar, pero lo que está claro es que ya no volverá a ser el mismo, y se dará cuenta de lo afortunado que es.
En este programa, algo que para muchos pasó desapercibido, aprecié la lección de humildad mas grande que he visto en mi vida y a continuación paso a relatarlo.
La escena es este empresario conviiviendo con una madre soltera de Senegal que vive con su hija en una habitación alquilada y que duerme en el suelo con su niña porque no tiene cama. Durante la semana él se desvive por ayudarla y conocer un poco como es vivir así, y un día decide hacer la comida, unos filetes de pescado con unos ajetes tiernos. Mientras degustan la cena la madre le comenta que nunca había comido eso, y el con toda la ingenuidad del mundo le comenta que puede comprarlos que no es caro, y ella pregunta ¿a que llamas tu no ser caro? y el responde este manojo cuesta sobre 60 céntimos de Euro, cualquiera de nosotros pensará que no es caro, pero ella le contesta, con 60 céntimos de Euro yo compro medio kilo de cebollas para todo el mes.
Si esto no nos hace reflexionar y valorar lo que tenemos, es que estamos muertos.